
A doce mil metros del suelo, donde las nubes son paisaje y el cielo es un lienzo infinito, Emirates reinventa el arte de volar. Ya no se trata solo de cruzar distancias, sino de viajar con los sentidos despiertos, atentos a cada detalle, a cada aroma, a cada textura. Esta vez, el trayecto es también una experiencia gastronómica que lleva la firma burbujeante de Moët & Chandon.
Allí, en la calma flotante de la Clase Business, el tiempo se convierte en ritual. Los pasajeros son recibidos con una promesa: que cada bocado será un diálogo entre la tierra y el cielo, entre la sofisticación francesa y la calidez de la hospitalidad árabe. Dieciocho platillos nuevos, creados con esmero, llevan consigo una corona que anuncia algo especial. No es solo comida; es alta cocina maridada con champán, concebida por mentes que entienden el sabor como arte.
Jean-Michel Bardet, chef de estrella Michelin, y Doxis Bekris, alma creativa detrás del diseño culinario de Emirates, se reunieron entre fogones e ideas para imaginar lo impensable: un menú digno de los paladares más exigentes, adaptado al vaivén del aire. Más de un año de pruebas, de ajustes precisos, de explorar cómo el sabor cambia a gran altitud. ¿El resultado? Una sinfonía de sabores pensada para ser degustada mientras el mundo se observa desde las alturas.

En esta partitura gourmet, el callo de hacha escalfado baila con melón verde y kumquat sobre un lecho de gel de limón y almendras. Una copa de Moët & Chandon Grand Vintage 2016 acompaña la escena, elevando los matices cítricos y perfumados del plato con un toque de albahaca que despierta la memoria.
Para quienes eligen lo vegetal como camino, el tofu suave con espárragos y crema de nuez de la India es una caricia de texturas y armonías, que encuentra en el Brut Impérial su eco ideal: burbujas finas que acarician el paladar mientras el limón y la soya se abrazan en el centro del sabor.
Los platos fuertes narran su propio viaje. El pato rostizado, robusto y especiado, se mezcla con la dulzura terrosa de la berenjena y los garbanzos, coronado por la alegría rosada del Rosé Impérial. Más adelante, un pavo jugoso acompañado de hinojo y puré cremoso revela una elegancia tranquila, esa que solo el Grand Vintage 2016 sabe honrar.
Para los devotos del mar, el robalo chileno con alcachofa y lemongrass ofrece una danza ligera, entre mar y campo, con un Brut Impérial que refresca y enmarca cada nota. Y si el corazón pide algo más cálido, el curry de lentejas al coco, con arroz y naan, responde con una melodía profunda, vegana y exótica, que el Rosé Impérial transforma en una experiencia de plenitud. Desde los viñedos de Épernay hasta las cocinas de Dubái, pasando por los cielos del planeta, este menú es una celebración de lo que puede lograrse cuando la tradición se encuentra con la innovación.
