Buenas noticas para los amantes del ski: Ikon Pass se expande

A pocas semanas de que el invierno cubra de blanco las montañas del norte, el aire ya comienza a oler a aventura, a leña recién encendida y a promesa de nieve nueva. Los titulares del Ikon Pass —esa llave que abre los portones del mundo alpino— se preparan para una temporada que no será como las anteriores. Las montañas respiran cambio: diecisiete nuevos remontes, tres telecabinas, senderos recién tallados en la roca, alojamientos que se abren como refugios de ensueño, y un sinfín de detalles que convierten el esquí en una experiencia más cercana al arte que al deporte.

El universo del Ikon Pass crece y se expande como una constelación en movimiento. Arapahoe Basin, el corazón salvaje de Colorado, se convierte esta temporada en un destino de acceso ilimitado. Más al norte, en Canadá, Le Massif de Charlevoix se asoma con su elegancia francófona sobre el río San Lorenzo; mientras que, al otro lado del Atlántico, el alma alpina de Ischgl en Austria y las cinco joyas italianas del Valle d’Aosta —Courmayeur, Cervino, La Thuile, Monterosa y Pila— se suman a la familia Ikon con el magnetismo de la historia y la sofisticación europea.

El mapa de la nieve se amplía, y con él, la idea misma de la aventura. En Norteamérica, los titulares del Ikon Pass podrán deslizarse gratuitamente durante dos días en nuevos enclaves como SilverStar y Grouse Mountain en la Columbia Británica, o Ski Butternut en Massachusetts. La nieve une geografías distantes y, en cada una, un espíritu distinto: desde los bosques encantados de Minnesota hasta las cumbres ventosas de Nuevo Hampshire.

Esta temporada, incluso la tecnología se tiñe de blanco. La aplicación Ikon Pass, renovada y sensible, permite que el viajero se mueva con ligereza entre más de sesenta destinos del mundo. Los mapas cobran vida, el pago se vuelve instantáneo y la montaña se convierte en una extensión del propio cuerpo. Notificaciones en tiempo real, perfiles actualizados y una sensación de estar en todas partes, como si la nieve misma hablara al oído.

Entre los paisajes que se transforman, brilla con especial intensidad Deer Valley, en Utah, donde el invierno 25/26 traerá una de las expansiones más ambiciosas de la historia del esquí. Siete nuevas telesillas, incluyendo la majestuosa telecabina East Village Express, conectarán valles y picos en un trazado que dobla el terreno esquiable. Más de doscientas pistas, siete bowls y 4,300 acres de pura libertad. El esquí se vuelve vuelo.

En Big Sky, Montana, la montaña renace con la nueva telecabina Explorer, que conducirá a los visitantes hacia la base del icónico tranvía Lone Peak. Allí, una plataforma acristalada permitirá observar el mundo desde un suelo de cristal: las cascadas, los picos, el tiempo suspendido. En Ischgl, los asientos calefactados y los paneles solares de las nuevas góndolas hablan de un futuro donde el lujo y la sostenibilidad se entrelazan como copos al viento.

Los paisajes se multiplican: Richardson Ridge en Lake Louise abre su telón blanco, mientras Sierra-at-Tahoe añade nuevos senderos que huelen a bosque y libertad. Sun Peaks, en la Columbia Británica, invita a las familias a explorar cabañas mágicas en medio del bosque: la Cabaña del Alce, la Guarida del Zorro, nombres que parecen salidos de un cuento nórdico. En Alta, Utah, los esquiadores encontrarán nuevos accesos a la High Traverse, ese corredor mítico donde la nieve polvo se conserva intacta como un secreto bien guardado.

También el descanso se reinventa. Snowshoe, en Virginia Occidental, estrena su renovado Centro Shavers: madera, fuego, amplias terrazas y el rumor del invierno al caer la tarde. En Quebec, el Chalet Bertha abre sus puertas como un sueño en la cima de Le Massif: 650 metros cuadrados de lujo discreto con vistas al río San Lorenzo, donde cada amanecer parece pintado con acuarela. En Taos, Nuevo México, una nueva tienda para niños transforma la base del valle en un pequeño universo de aventuras, dulces y juguetes.

Y cuando el sol se oculta tras las cumbres, el après-ski florece como un ritual de celebración. En Steamboat, Colorado, The Crooked Antler reinterpreta la cocina de montaña con el alma de los pioneros; allí se puede cenar junto a un atleta olímpico y sentir que la historia continúa viva entre copas y risas. En Big Sky, la montaña se convierte en escenario de alta gastronomía con la residencia del chef Grant Achatz, tres estrellas Michelin, quien lleva el arte culinario a la altura del cielo. En Thredbo, Australia, el nuevo Après Club late con la energía de la música y la cultura; mientras que Mt. Bachelor en Oregón celebra con fuego, malvaviscos y danza bajo las estrellas. En Alaska, el Greatland Bar & Lounge invita a brindar por la conexión humana, y en Snowbird, Utah, The Nest abre sus cristales al cañón Little Cottonwood, ofreciendo vistas que roban el aliento.

El acceso también se renueva: más plazas de estacionamiento en Deer Valley, nuevos vuelos hacia Taos desde Denver, y el regreso del tren Winter Park Express en Colorado, que vuelve a surcar los caminos nevados con la nostalgia de los años dorados del ferrocarril. Todo se sincroniza para que el viaje hacia la nieve sea tan placentero como el descenso por la montaña.

Las innovaciones técnicas, por su parte, honran el poder de la naturaleza. Desde Ontario hasta Maine, nuevas generaciones de cañones de nieve producen cristales más puros, con menos energía y más respeto por el entorno. Sun Peaks adopta una tecnología finlandesa que preserva la nieve durante el verano, una alquimia blanca que permite que el invierno comience antes de tiempo. En Killington, Vermont, quinientos cañones nuevos completan un proyecto de eficiencia monumental. En cada sistema de nieve artificial late una promesa: que la magia no se agote.

El invierno se aproxima. Los valles y las cumbres aguardan. Y el Ikon Pass es un pasaporte hacia la emoción pura: un hilo dorado que une continentes, culturas y corazones bajo el mismo manto blanco.


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