
El intoxicate aroma a waffles recién hechos y miel de maple invade mis sentidos en la cima de la montaña… solamente en Canadá se viven momentos así. Whistler, este encantador rincón de Canadá donde las montañas se encuentran con el cielo, se erige como un destino excepcional para quienes buscan aventura y belleza natural.
Desde el momento en que llegué a este paraíso nevado, me vi envuelta por el aire fresco, el sonido suave del viento entre los árboles y la majestuosidad de las montañas cubiertas de nieve. Este un lugar donde el tiempo parece detenerse, un refugio donde la naturaleza se fusiona con el lujo, creando una atmósfera única y mágica.
En este paraíso invernal se encuentra el Fairmont Chateau Whistler, un hotel que, como sacado de un cuento, ofrece una elegancia natural que se integra perfectamente al paisaje. Este refugio es la mezcla perfecta entre lo rústico y lo moderno, lo clásico y lo contemporáneo. Cada rincón de este hotel parece ser una extensión de las montañas que lo rodean. Las vistas panorámicas desde sus habitaciones reflejan la grandeza del entorno, invitando a la contemplación y a la relajación.

Las suites, acogedoras y sofisticadas, ofrecen vistas incomparables de las montañas cubiertas de nieve, los tranquilos bosques y el animado pueblo de Whistler. Dentro, el lujo se encuentra en cada detalle: edredones de plumas que brindan calor, albornoces de algodón grueso que envuelven, y el aroma del café recién hecho que llenaba mi suite cada mañana. El ambiente es el perfecto refugio para desconectarse del mundo exterior y disfrutar de la comodidad y el confort que solo un lugar como el Fairmont puede ofrecer.
La ubicación del Fairmont Chateau Whistler es privilegiada, al estar situado a pie de las pistas de Whistler Blackcomb, lo que me permitió disfrutar de una experiencia única de esquí. Con más de 200 senderos conectados por la góndola más alta y larga del mundo, cada jornada de esquí se convertía en una nueva aventura. Desde las pendientes más desafiantes hasta los senderos más tranquilos, Whistler Blackcomb tiene algo para todos, siempre rodeado de vistas que quitan el aliento.
Tras un día lleno de adrenalina en las pistas, el Fairmont Chateau Whistler ofrece el lugar perfecto para relajarse. Su spa, junto con la oferta gastronómica que celebra los sabores locales, completan la experiencia. Disfrutar de una copa de vino junto a la chimenea o una cena gourmet mientras se contempla la nieve caer es una experiencia difícil de igualar. Además, el spa, rodeado por la naturaleza, proporciona una sensación de bienestar absoluto, invitando a dejarse envolver por la paz que solo la montaña puede ofrecer.

El Fairmont Gold Lounge es otro de los aspectos destacados de la estancia en este resort de lujo. Ubicado en los pisos privados del 7 al 12 del hotel, el acceso a esta exclusiva área ofrece servicios y comodidades únicas. Desde una recepción y conserje dedicados hasta vistas impresionantes de la montaña Blackcomb, el Fairmont Gold Lounge es un refugio de tranquilidad y comodidad. Los huéspedes también disfrutan de reservas prioritarias para cenas, tee times y el servicio de coche del hotel, asegurando una experiencia aún más exclusiva y personalizada.
Whistler combina la naturaleza con el lujo y el confort sin perder su esencia más pura; este es un lugar donde el paisaje es una parte integral de la experiencia y la belleza de la naturaleza se convierte en un vehículo para la transformación personal, invitándonos a conectarnos con algo más grande que nosotros mismos.