Sabores que cuentan historias en Ishi-Ko

En la tranquila esquina de Monte Himalaya con Monte Athos, en Lomas de Chapultepec, un rincón secreto espera ser descubierto por los paladares más exigentes. Ishi-Ko, con su nombre que evoca la fortaleza de la roca y el legado de su familia gastronómica, se alza como una joya en medio del bullicio de la ciudad, ofreciendo una experiencia que fusiona lo mejor de la cocina japonesa con toques mexicanos llenos de personalidad. En el aire se percibe una vibrante mezcla de tradición y modernidad, como si cada plato contara una historia tejida con hilos de mar y tierra.

Desde el primer bocado, Ishi-Ko deslumbra con su habilidad para sorprender y deleitar. Los camarones roca, ese manjar dorado y crujiente, son un poema de texturas. Su exterior crujiente, casi como un canto de bienvenida, da paso a una carne jugosa y dulce que se deshace en la boca, dejando una sensación de satisfacción infinita. Cada uno de ellos es una obra de arte, elaborada con esmero, que transforma lo simple en algo sublime, y a través de su sabor, habla del mar y de la tierra, de la fuerza de la roca que da nombre al restaurante.

Los nigiris, servidos con una delicadeza que roza lo divino, parecen danzar sobre el paladar. Cada pieza es un equilibrio perfecto entre el arroz, que se siente como un susurro en la lengua, y el pescado, siempre fresco y suave, como si hubiera sido traído directamente del océano para rendir homenaje a la perfección. En cada bocado, la chef Zuleyma Zepeda no solo ofrece un sabor, sino una experiencia sensorial que conecta el cielo y el mar, con un toque mexicano que les da un giro único y memorable.

El ambiente del restaurante acompaña esta magia culinaria. La decoración, elegante y sobria, deja que los platos sean los verdaderos protagonistas, mientras que el servicio, impecable y atento, hace que uno se sienta como en casa, acogido en un espacio que invita a disfrutar sin prisa. Cada visita a Ishi-Ko es una inmersión en un mundo donde el sabor es el rey, y el tiempo se detiene en un abrazo de sabores intensos y delicados a la vez.

Al finalizar la experiencia, con la satisfacción de haber saboreado lo mejor de dos mundos, es imposible no pensar que Ishi-Ko, el hijo de Roca, ha llegado para quedarse, prometiendo seguir sorprendiéndonos con su propuesta única y su incansable deseo de innovar, sin perder nunca el respeto por lo tradicional.


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