
La gastronomía es el arte mas placentero que existe, nos transporta a través de los sentidos a distintos rincones del mundo, nos causa emociones incomparables, nos emociona, nos cautiva, nos fascina…
Es la pasión por el arte culinario que llevó a la creación de un concepto gastronómico que no tiene igual en el mundo: Antifine. Con una cocina de comida contemporánea que busca generar sensaciones y experiencias diferentes, y un diseño vanguardista y atrevido, este innovador restaurante es una aventura sensorial que combina lo más exquisito de la alta gastronomía con el placer de una vivencia casual y relajada.

Disfrutando de deliciosos manjares desde una nueva perspectiva, tuve el gran placer de descubrir el camino recorrido por el talentoso chef y propietario Alfredo Gonzalez. La inspiración para Antifine Dining proviene de una serie de experiencias y auto-conocimientos del fundador.

Graduado del ICC, Alfredo comienza su formación como cocinero trabajando en Cosme NY, pasando por cocinas de restaurantes como Aponiente, en España; Mexique en Chicago; Pujol y terminando su primer trayecto como cocinero en Quintonil en CDMX. A pesar de haber tenido una formación en restaurantes de alta cocina, decide romper con los formalismos y seriedad del fine dining para ofrecer una opción más relajada y fresca de este concepto. Es así como emprende este proyecto que lleva por nombre El Antifine, que no es más que una sutil sátira a su forma de ver el fine dining.

Cada uno de los platillos que tuve el placer de probar está inspirado en la comida cotidiana, esa que no requiere de modales para poder disfrutarse; como el ya icónico plato roto con salsa chamoy con chapulines, la cual la chupamos directamente, sin utensilios, rompiendo el hielo con risas y miradas conspiracionales.
Disfruté de exquisitas joyas como el tiradito de jicama con callo de hacha, aguachile de harissa verde y jícama lactofermentada, y el chileatole de escamoles con maíz y puré de haba. También gocé de los complejos y seductores sabores de la coliflor en adobo con piña confitada y puré de calamar, y el excelente tuétano con ponzu de habanero, tártara de carne. Mi platillo favorito fue la jaiba crujiente con mole – un manjar excepcional.

En las entrañas del Antifine se encuentra 1985, un discreto bar que se convierte en un secreto a voces, donde el ambiente gira alrededor de buena música, tragos de autor y una ambientación cachonda: un lugar ideal para comenzar el pre… o para seguir la fiesta después de una deliciosa cena. Con nombres como Amnesia de Asombro, Moneda Nacional y Moda Artesanal, los creativos cocteles nos seducen con combinaciones y sabores atrevidos.
Un restaurante con identidad única y alma auténtica, Antifine es el escenario de momentos memorables y de una experiencia culinaria que rompe con todo estándar y expectativa, y nos transporta a través de los sentidos a mundos de placer infinito.
