
Caminar por Polanco siempre es un deleite sensorial, un festín para el alma y los sentidos. Esta joya cosmopolita, vibrante y sofisticada, esconde secretos que se descubren solo cuando uno se permite explorar sin prisa. Y así, entre el vaivén de la ciudad, con tacones resonando en las banquetas y el murmullo de las jacarandas, uno dobla la esquina de Campos Elíseos con Andrés Bello y descubre un rincón inesperado, delicioso y encantador: el Food Truck del W Mexico City.

Ubicado justo en el número 252, este espacio efímero pero memorable se posa a nivel de calle como una declaración de estilo: urbano, contemporáneo y deliciosamente reconfortante. Su aire huele a café recién hecho, a pan dorado, a promesas cumplidas en forma de sándwiches memorables. Es una experiencia pensada para quienes viven la ciudad con intensidad: sibaritas urbanos, trotamundos locales, ejecutivos con prisa gourmet o simplemente espíritus que buscan un mimo al paladar.
Este encantador food truck no es cualquier rincón gastronómico: es una oda a la comfort food con carácter. Abre sus puertas de 8:00 a.m. a 8:00 p.m., y su menú, vibrante y cambiante con las estaciones, invita a regresar como quien vuelve a un viejo amor. Por la mañana, el ritual perfecto comienza con un café humeante y un grilled cheese sandwich que reconforta el alma. Cada bocado tiene esa calidez que recuerda al hogar, pero con el twist audaz y cosmopolita que define al W.

A mediodía, los sabores se vuelven protagonistas de una ópera urbana: el sándwich de short rib, cocido lenta y sensualmente hasta alcanzar una textura que enamora; el marinated ham, una pierna adobada con alma mexicana; y el mediterranean, un susurro fresco del viejo mundo en cada mordida. Todo servido con papas naturales o adobadas, crujientes y cargadas de carácter.
Los acompañamientos son tan generosos como irresistibles: nachos con guacamole, chips artesanales o un vibrante bowl de quinoa, ideales para compartir entre risas, brindis o conversaciones espontáneas. Y como buena hedonista, creo firmemente que toda experiencia debe terminar en dulce: crepas con Nutella y fresas, un budín de pan que abraza el alma, el clásico tiramisú o el glorioso tocino del cielo, esa joya española hecha con yemas que se derriten como caricias doradas en la boca.
El Food Truck del W es una escapada, una pausa chic, un regalo diario envuelto en sabores, texturas y sonrisas, convirtiendo el placer en algo cotidiano, ligero, casi culpablemente inocente.