
En una noches que comenzó con el brillo de una copa y terminó con el alma despierta, abrazada por la música y el fuego. Así fue la inauguración de Casa Prime en Santa Fe: una velada que encendió la ciudad con el perfume del carbón, la elegancia de la carne y el murmullo de los buenos tragos.
Desde el momento en que crucé la puerta, supe que este lugar había sido concebido para celebrar la vida. Las luces eran suaves, como si el espacio respirara con ritmo propio. La madera, el metal y el cuero se mezclaban con la calidez de las brasas, creando un ambiente donde el tiempo se desdibujaba. Casa Prime seduce. Cada rincón parece haber sido pensado para que la conversación fluya, para que el vino se sirva con calma, para que la carne se sirva en su punto perfecto, como un poema asado.
La música en vivo tejía la atmósfera con sutileza. Dos voces acariciaban el aire mientras las copas tintineaban como pequeñas constelaciones. Había algo casi ritual en la forma en que los meseros presentaban los cortes: un desfile de texturas y aromas que celebraban la nobleza de la carne. Prime rib, tomahawk, rib eye… nombres que en Casa Prime son capítulos de una historia contada con fuego y precisión.

Cada corte encontraba su destino entre las brasas, cada chispa narraba una intención. Los jugos, la sal, la intensidad del sellado… todo convergía en un instante que unía la técnica con la emoción. El primer bocado —jugoso, firme, lleno de vida— era como morder el alma de la noche.
Su coctelería es un homenaje al arte líquido: tragos que nacen del equilibrio entre lo clásico y lo audaz. Probé uno que llevaba mezcal, cítricos y un toque de chile ahumado; era como beber un atardecer mexicano. Cada copa contaba una historia distinta, todas escritas con precisión y pasión.
El murmullo del público, el sonido de la música, el ritmo de las copas… todo se convirtió en una sinfonía que definía el espíritu de Casa Prime: un lugar donde el fuego se vuelve lenguaje y la carne, una celebración. Los fundadores, entre brindis y abrazos, hablaban con orgullo del sueño que los trajo hasta aquí: crear un espacio donde el arte de asar y el placer de compartir se encontraran en equilibrio perfecto.
