
En la serenidad del paisaje mexicano, donde el mar besa la arena y el cielo parece abrazar la tierra, mi estancia en Hacienda del Mar se transformó en una experiencia sensorial única. Este refugio, regido con una visión impecable por el Director General Federico Rubido García, ofrece una inmersión profunda en la auténtica belleza de México, fusionada con lujo y confort en una de las playas mas bellas del país.

La magia de Hacienda del Mar se revela en cada detalle: las palmeras que se mecen suavemente con el viento, la arquitectura que celebra la tradición mexicana y los toques de elegancia que hacen de este lugar un verdadero oasis. Cada rincón invita a perderse, a encontrar un remanso de paz y deleite, como si el tiempo se suspendiera, permitiendo disfrutar cada instante con plenitud.
La atención al huésped es una obra maestra, guiada por el compromiso de Federico Rubido y su equipo. Aquí, cada necesidad es atendida antes de ser expresada, y cada deseo es hecho realidad con una sonrisa. El lujo se manifiesta en la calidez del trato y en la dedicación con la que cada visitante es acogido. Desde las habitaciones, que cuentan con vistas que parecen salidas de un cuadro, hasta los espacios comunes que invitan a la relajación, Hacienda del Mar demuestra que el bienestar de sus huéspedes es su mayor prioridad.
Además de la belleza del entorno y la calidad del servicio, el highlight de toda estancia es el arte culinario. Disfruté de placeres sensoriales durante una velada en un lugar muy especial: La Cava de Santiago. Ubicada en las profundidades del restaurante Pitahayas, esta cava subterránea es un tesoro oculto, accesible solo para unos pocos afortunados. La atmósfera que se respira aquí es única: un ambiente exclusivo donde la quietud y la intimidad permiten crear recuerdos imborrables.

El Sommelier Geovanni Hafid Castillo García, con su conocimiento profundo y su pasión por el vino, nos guió en un recorrido sensorial que elevó la cena a niveles inigualables. Los vinos, cuidadosamente seleccionados, acompañaron cada platillo, creando una armonía perfecta entre el buen comer y el buen beber, transformando cada bocado en una celebración de la cultura mexicana.
El alma de la cocina en este santuario se lleva el nombre de un maestro: José Lazcarro Quiroz, quien, junto a su chef ejecutivo Juan Antonio Díaz Ballinas, nos ofrecieron una danza de sabores en cada plato – desde autentico mole Poblano hasta un exquisito taco de la langosta. Su talento yace en la capacidad de transmitir historia y cultura a través de los ingredientes, lo que se convirtió en la clave de una experiencia sublime – cocina que toca el alma.
Hacienda del Mar es un refugio para el alma, donde se logra el equilibrio perfecto entre el descanso, el lujo y la conexión con lo auténtico. Cada día aquí es una invitación a descubrir la riqueza de México, a disfrutar de su gente cálida, su cultura vibrante y sus paisajes impresionantes.
