El susurro del mar y del tiempo en cada platillo: Hokklo

En Hokklo, el corazón culinario del Waldorf Astoria Xiamen, cada plato es una carta escrita al pasado, y cada aroma, una promesa del presente. Un santuario de sabores que honra la esencia de Fujian con la elegancia del mundo contemporáneo, su cocina es una danza entre tradición y modernidad, entre el fuego y la delicadeza.

Desde el primer paso, Hokklo, galardonado con una muy merecida estrella Michelin, se siente como un refugio fuera del tiempo. Las luces acarician los muros de madera y piedra y se refleja en el brillante techo, decorado con esculturas doradas, mientras el aire lleva consigo el perfume de los tés recién vertidos y las especias marinas. En mi salón privado, la atmósfera es serena, casi ceremonial, como si el restaurante respirara con el ritmo pausado del océano que ha inspirado a esta tierra durante siglos.

Cada platillo parece contener la memoria del mercado y la precisión del arte. Los sabores de Fujian —el dulzor del mar, la sutileza del jengibre, la profundidad del caldo— se transforman aquí en poesía comestible. La técnica ancestral se entrelaza con presentaciones de una belleza casi escultórica: hojas, flores, vapor y porcelana. Todo cuenta una historia.

Frente a mí, un plato de pescado al vapor descansaba sobre una cama de brotes tiernos. El aroma era limpio, nítido, como una brisa de puerto. En el siguiente servicio, un guiso de cerdo glaseado con miel y soya revelaba el alma de la región: fuerza, calidez, equilibrio. Cada bocado era un viaje, una conversación con la tierra y el mar, con los ancestros que descubrieron que el tiempo también se puede sazonar.

El servicio del té fue un ritual en sí mismo. La maestra de té, con gestos suaves y silenciosos, vertía el agua con una precisión que parecía coreografía. El vapor ascendía en espirales delicadas, perfumando el aire con notas de jazmín y montaña. El primer sorbo fue una caricia: tibio, sutil, envolvente. En Hokklo, el té es el hilo invisible que une la experiencia y le da sentido.

Los espacios privados de Hokklo invitan a la intimidad. Cuatro salones discretos, con áreas de descanso y menús personalizados, se transforman en escenarios perfectos para celebraciones secretas, para conversaciones que merecen la quietud del lujo. En ellos, el tiempo se ralentiza. La conversación se vuelve más suave, el vino más cálido, la comida más personal.

Esa tarde, mientras el último sorbo de té se deslizaba entre mis manos, Hokklo reveló ante mí como una metáfora. Representa la armonía entre lo que fuimos y lo que seremos, entre la raíz y la invención. Es el Fujian contemporáneo, refinado y sensible, pero aún profundamente conectado con su alma marina y su memoria ancestral.

Waldorf Astoria Xiamen es eso: un homenaje al tiempo y al sabor, a la belleza de lo efímero y a la perfección de lo sencillo. Un lugar donde la gastronomía se convierte en contemplación, y cada momento, en poesía.


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